Cuando las vi por primera vez estaban medio escondidas,
en un mostrador repleto de baratijas,
pidiendo a gritos un poco de atención,
entre guirnaldas, polvo púrpura y otros adornos para árboles huérfanos,
o rellanos necesitados de luz.
Estaban allí, justo tras un Buda que explicaba con sus manos
el misterio del Universo,
anunciándose, aquí, aquí…
en un mostrador repleto de baratijas,
pidiendo a gritos un poco de atención,
entre guirnaldas, polvo púrpura y otros adornos para árboles huérfanos,
o rellanos necesitados de luz.
Estaban allí, justo tras un Buda que explicaba con sus manos
el misterio del Universo,
anunciándose, aquí, aquí…

Eran dos y tenían la piel aterciopelada,
con arañazos dorados,
y un corazón bajo la piel solícito de un acompañante…
Y entonces parece que me hablan:
Llévanos contigo, aunque no sean los tuyos los pasos a seguir,
porque seguro que serán de alguien al que adoras,
y desde ahora nosotras también le adoraremos,
que ya sabemos de tu habilidad para meterte en sus sueños….
Queremos pisar el suelo que pisas,
queremos sombrearte,
picotearte, o mejor,
acompañarte en sus sueños,
que serán los tuyos,
por si se pegan,
por si de pronto podemos vivirlos contigo.
Decido entonces que se vienen conmigo,
con su púrpura y rojo, de paseíllo, pero son para ti…
Así que ya sabes, aquí las tienes,
son tus zapatillas, o un visado de mi corazón…
o un lado de mi alfombra voladora reservado,
o cualquiera de mis hombros, para que te apoyes y me apoyes,
y volemos en ala delta.
Son tuyas,
para lo que quieras…
En mi casa no tengo llaves,
pero sí unas zapatillas esperándore a la entrada….
las tuyas.
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