Lo prometido es...prometido. Y así como las cosas hay que hacerlas porque merezcan la alegría y no la pena (Oscar Wilde dixit), Durban inaugura nueva etapa con la primera entrega de DurbanLee, con el poemario Calle Baja, de Maribel Fuertes:
La de Maribel Fuertes
en Calle Baja es una poesía respetuosa con el lector, que no
utiliza trucos ni artificios, sino que, muy al contrario, se muestra
pura, directa, y utiliza un lenguaje próximo, diríase acogedor, si
es que eso es posible. Se trata de una poesía que a veces no duda en
rememorar otro tiempo, como en A:
“A la dulzura de las
noches oscuras
que alumbraban mi
cabeza
despistada entre
rincones.
“A ese café
negro y sabio
que llena y adorna
mis momentos”.
La primera parte está
dedicada a todo aquello que reconforta a la autora, el amor, la
amistad, el café, los paisajes cotidianos, y otros elementos que
sirven como carta de presentación de Maribel: recuerdos inevitables
de juventud y postales directas, donde destaca la atracción por lo
verdadero y donde deja claro que ella es una mujer que ama, como en
Cuando te beso:
“Divino instante
en el que mi almaacaricia la tuya,
fuerza inexplicable del ser,
desbordada por la sencillez de la tenue luz
que cruza la habitación”.
En la segunda parte
encontramos pequeñas maravillas donde se conjugan la derrota y el
perdón, como en la desgarradora Cenizas, y también guiños
no disimulados a postales sentimentales que forman parte de la
autora, ya sean naturales (el secano, los girasoles, la estepa o la
Albufera) o urbanos, como en el blues más hermoso, dedicada a
Londres o su romántica y transgresora idea de Berlín:
“Quiero pisar tu
asfalto
recién estrenado.Quiero ver tu muro de angustia,
tus ruinas de derrota.
Oírte hablar,
que me lo cuentes todo.
Quiero que tu fuerza me abrigue,
que me contagies
tu esperanza”.
Y es que Calle Baja
sabe inevitablemente a canción, a movimiento de sillas en un bar
repleto tomado por la niebla y el pulso humano, como en Siente
cómo avanza:
“Siente cómo avanza,
ritmo rápido y
desconcierto.Canción quebrada en el abismo.
Esplendor de una década tan demoledora como triturada”.
También hay otras
poesías claramente rockeras donde la autora no disimula su
gusto por Jim Morrison, Bob Dylan y Lou Reed, como en Caminaba:
“En el tráfico
nocturno,
sus pasos descaradoshacían equilibrios
por el lado más salvaje de la vida,
confundiendo semáforos con
luminosos duendes y cenicientas descalzas”.
Me atrevo a decir que
si se traduce al inglés nos sonaría a The Doors o incluso a Massive
Attack:
“In the
evening traffic,
their brazen steps
balances were
on the wild side of life,
Confusing traffic lights
ashen light elves and barefoot”.
their brazen steps
balances were
on the wild side of life,
Confusing traffic lights
ashen light elves and barefoot”.
Otra de las
aportaciones de la autora es su homenaje a sus héroes particulares,
como Camarón, Alberti, o Federico García Lorca, en la magnífica La
residencia:
“Tablas de palma,
gitano,
ciénagas de petróleo
en el río.
Ojos sobre manos,
bandolero a caballo.
Relojes de gelatina transparente,
camisas manchadas de sangre.
Derroche de sabiduría en palabras
pensamientos y citas”.
En definitiva, poesía
en estado puro, a ras de suelo, donde la autora incluso se regala una
sonrisa a si misma en Maldita Rima, donde anuncia que seguirá
luchando con ella, conocedora de que siempre será su acompañante
junto con el papel y la tinta. Y es que, como dice Maribel:
“tranquilo, recuerda que te protegen las sonrisas”.
PD: La autora acaba de presentar su segundo libro, La penúltima selva, poemario que está ahora mismo en la mesita de noche de la tienda en el centro del bosque donde vive Durban y que llegará a DurbanLee en breve. Dulces sueños...